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Villancico
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Registrado: 23 Sep 2023, 20:10

Sobre la pornografía y su nefasto daño espiritual

Mensaje por Villancico »

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1 Corintios 6,18 ¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

Hebreos 13,4 Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios

1 Cointios 6,9-10 9.¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10.ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios.

Entonces sabiendo esto, tengo el deber moral de advertir a todos los morbosos, masturbadores y usuarios de "contenido para adulto" que en realidad NO es ni para jovenes ni adultos, que este tipo de contenido realmente arrastra almas al infierno.

Por mi experiencia personal puedo decir que después de ver este tipo de contenido pornográfico tuve secuelas espirituales muy graves. Escuchaba voces, no podía rezar ni orar al rosario porque Satanás me bloqueaba con blasfemias del peor calibre, no podía dormir puesto que durante el sueño Satanás me atacaba con blasfemias de todo tipo, olía olores a pezuña fuertísimos provenientes de mis pies, no era que no me bañaba pues lo hacía todos los días sino que era como un olor del pecado.

En la noche los ataques se hacían más fuertes, entonces tenía que estar desde las 10pm hasta las 6am despierto orando, tomando agua bendita, haciéndome la señal de la cruz, escuchando música católica que le de esperanza a mi alma, leyendo libros espirituales y escribiendo block de notas con frases como “soy hijo de Dios pues soy bautizado”, “Dios me ama mucho”, “Virgen María te quiero mucho mamá” y cosas por el estilo.
No tenía la confianza de conversar con mi esposa ya que el demonio usaba las palabras que mi esposa me decía y me ponía segundos significados en mi mente de manera que el mensaje quedaba tergiversado, eran significados obscenos, con malas intenciones. Como remedio tuve que hacer cura de silencio y solo comunicarme con mi esposa a través de papeles escritos y solo para cosas muy concretas. Así evitaba que Satanás me ataque a través del habla.

El diablo me hablaba a través de ella y aparecía y desaparecía. Podía identificar cuando me hablaba mi esposa y cuando me hablaba el diablo a través de ella.

Cuando visitaba a mis padres en su casa, el demonio también me hablaba a través de ellos. De la misma forma a veces aparecía sus segundos significados y a veces hablaban mis familiares. Había momentos en que veía la cara de mi padre hacer fuerza, con la cara estresada y cuando hacía eso, me dolía la barriga, ese dolor iba acompañado de un calor intenso, yo sabía que estos sufrimientos eran ataques del diablo. Cuando mi padre “volvía en si” es decir, ya no sentía en él la presencia del maligno pues entonces el dolor desaparecía. Pero no pasaba mucho hasta que mi hermano menor también empezaba a hacer muecas con su cara como haciendo fuerza y otra vez empezaba el dolor en mi barriga. Me tenía que despedir y regresar a mi casa. Solo así dejaba el maligno de atacarme a través de mis familiares.

Una tarde me senté en la esquina de la iglesia donde hay plantas y rositas pequeñas. Estaba con mi esposa. Ella tocó las rosas y me empezó a hablar de ellas. Lamentablemente a la vez que mi esposa me hablaba de las rosas, pasaban unas chicas con esos pantalones que llaman leggins que muestran todo y no tienen nada de pudor. El demonio usaba las palabras que mi esposa hablaba sobre las rosas y me hacía interpretar o entender otras cosas distintas imaginándome que se referían a las chicas que pasaban.

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La lujuria comenzó a atacarme, sentí un calor intenso que quemaba y que recorría mi vientre a la vez que veía como por fuera de la iglesia caminaban más mujeres con jeans apretados. Me paré y le dije a mi esposa que nos vamos a la casa. Pues bien sabía que ante la tentación de la lujuria gana el que huye. A este pecado no se le puede hacer frente ni se le puede resistir. Es como quien acerca un papel a una vela encendida y dice repetidamente “no quiero que arda”, por más que lo repita el papel terminará ardiendo. Así que sabiendo esto porque lo leí en el libro “El combate espiritual“ escrito por Lorenzo Scupoli, es que resolví huir inmediatamente de ese lugar.

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Durante el día buscaba confesiones de forma diaria, ya que al estar bombardeado de blasfemias y pensamientos satánicos durante 24 horas pensaba que podía haber cedido ante estas tentaciones y ante la duda de cosas muy graves sentía la necesidad de confesarlos. Durante mi viaje a las diferentes iglesias (debido a lo más o menos difícil de encontrar confesiones) veía grupos de 5 a 7 automóviles rojos manejando juntos, grupos de personas todas con polos rojos, veía buses de transporte público enteramente de color rojo sin las típicas inscripciones de las avenidas por las que transitan. Y ese color rojo me recordaba la condenación.

En una ocasión que hacía mis temas en la computadora, se acercó mi esposa estiró su brazo e hizo el ademán de botar una basurilla de la mano, y vi que me botó una hormiga sobre mi escritorio y se fue. Mi esposa nunca hace eso, sabía que era el maligno molestándome.
En una oportunidad en que regresaba a mi casa en un taxi, casi tuvimos un accidente en el momento en que me vino una blasfemia a la mente, una camioneta pickup nos cerró intempestivamente para doblar en una esquina y yo y mi esposa nos asustamos. Por suerte y gracia de Dios, el chofer tuvo una reacción oportuna. Felizmente en ese mismo viaje un ángel del Señor se manifestó, ya que al pasar por una cafetería logré escuchar desde el taxi a una señora que tomaba su café con un acompañante que dijo en voz alta “tienes que dominar tus nervios”. Y eso me llegó como un alivio del cielo pues por todo lo que estaba atravesando, yo estaba muy angustiado, hecho un manojo de nervios, ansioso, deprimido, sin casi esperanza.
Conforme transcurrían los días me fui mortificando, para de esa forma combatir al demonio. Dormía por partes durante el día y solo cuando me sentía agotado físicamente. Me bañaba con agua fría, no tenía momentos de esparcimiento, solo me dedicaba a estudiar, a barrer, lavar platos, ordenar, hacer limpieza profunda en mi casa hasta en los lugares donde hay que mover muebles que casi uno nunca los mueve. Dejaba todo muy limpio, estas labores de limpieza me causaban dolor de espalda que tuve que sobrellevar con estiramientos oportunos.
Tenía claro que el demonio aborrece el orden y la limpieza así que me esmeraba en este tema. Sin embargo, pude notar en algunas ocasiones que la suciedad se materializaba de la nada frente a mis ojos.

Por ejemplo, un día estuve lavando el lavatorio del baño y cuando quedó limpio se materializó de la nada una semilla negra similar a la de un ajonjolí. Me quedé sorprendido y a la vez consternado pues sentía que esta era una batalla desigual, que no importara cuanto limpiara, el demonio siempre lo iba a ensuciar.

En otra oportunidad terminaba de limpiar el lavadero de la cocina que es de acero inoxidable, cuando de la nada, frente a mis ojos aparece un trocito negro de suciedad, similar a un trocito de hoja de te o un resto de plátano quemado. Esto me desmoralizaba, sentía que era una batalla perdida.

Durante una comida, vi como se materializó una arañita diminuta, casi de color gris, en mi plato de comida, la pude sacar con mi dedo. Continué comiendo y volvió a aparecer en mi plato otra arañita de similar característica. Felizmente tengo buena vista y ya me estaba acostumbrando a esta lucha así que por segunda vez retiré una arañita, no le presté atención y seguí comiendo. Mis comidas eran verduras sancochadas, sin sal, sin mayonesa, sin kétchup, sin mostaza. Comía lo más sano posible.

A una misa que asistí durante la mañana, 6:45am, llevé mi crucifijo de Jesucristo agonizante de tamaño pequeño que casi cabía en la palma de la mano. Cada vez que tenía ataques mentales (blasfemias) besaba la cruz, específicamente el corazón y los pies de Jesucristo, eso me traía paz pues al hacer esto las blasfemias cesaban, y podía sentirme como liberado. Es como si yo hubiera sido secuestrado y no tuviera la libertar de orar o rezar puesto que al instante en que lo hacía llegaban a mi mente blasfemias. Entonces tenía que recurrir a imágenes mentales, imaginar en mi mente rosas blancas que me recordaban a la perfecta pureza la Virgen María, un violín, unas partituras de música, un corazón dibujado con tinta plateada y una frase como mamá te amo mucho. Cosas así me recordaban a la virgen sin tener que orar hacia ella, y así de este modo evitaba que vengan blasfemias.

Recuerdo que un sacerdote me recomendó que me imaginara mentalmente que presiono una tecla que dice “cancelar” y que la presione imaginariamente con mi dedo índice cuando me vengan blasfemias. Así lo hice, pero era molesto ya que la gente veía como yo tenía un tick nervioso y que movía mi dedo de la nada de forma frenética.

En este juego de la mente, otro sacerdote me dijo que debía discernir de donde vienen esos pensamientos, que era casi imposible saberlo. Sin embargo, otro sacerdote Juan me dijo que las blasfemias venían de todas manera del demonio puesto que el diablo es un sucio cochino que quiere embarrarlo todo. Saber eso me traía paz pues yo andaba nervioso y angustiado de solo pensar que las blasfemias podrían proceder de mí mismo.
También debo decir que tenía miedo de estar frente al santísimo y aunque tenía todas las ganas de estar frente a su presencia para que me cure, tenía la preocupación de que me vengan pensamientos de blasfemias contra Él en su santísima presencia. Fue muy duro esto, sentía que no tenía herramientas para luchar, no podía orar el rosario, no podía sentarme frente al santísimo. Realmente me sentí condenado en vida. Pensé que iba a terminar separándome de mi esposa de otra manera la iba a afectar a ella y vivir desamparado y deambulando por las calles.
Fueron 2 larguísimas semanas sufriendo la sensación de estar condenado al infierno y estar privado totalmente de la gracia de Dios. No se lo deseo a nadie, ni a Hitler, es terribilísimo.

Todas estas cosas raras me sucedían. Lo bueno es que conforme transcurrían los días pude notar una asistencia del cielo para poder sobrellevar este tormento. Es así como escribí el texto “Cómo ser felices o Manual de buenas costumbres”. Me había dado cuenta que la felicidad y paz en este mundo se puede lograr con nuestra colaboración. Obviamente la paz solo la puede dar Jesús pero uno puede colaborar desde el momento en que da un buen consejo, saluda con afecto o con alegría a una persona, la felicita por algo bueno que hizo, o simplemente un cumplido sincero, le desea bienestar a los demás, presta ayuda oportuna con lo que sabe o en su profesión o colabora con los necesitados, etc. Así es como aterricé ese texto de cómo ser felices.

Después de muchas misas, confesiones, comuniones de la sagrada ostia, intercesión de muchos conocidos que oraron por mí y después de realizar el 3er Viernes de reparación de la devoción a la preciosa sangre pude mejorar significativamente. Aun recibo ataques pero son muy pocos.

Hoy ya recuperado se que jamás volvería a mirar pornografía, ya que eso es la droga de Satanás y es un abismo sin final en la que cada vez atrapa más y más a los jóvenes y adultos que lo consumen, les deja el cerebro transtornado, ya no pueden ver bien a las mujeres, sino que automáticamente se las imaginan en temas morbosos, como digo el cerebro ya se acostumbra a verlas sexualmente, ya hasta algunos llegan a ver aberraciones como trata de niños y sexo con animales.... si a eso llega el ser humano.

Recuerdo que en una empresa en la que trabajé un vigilante estaba viendo zoofilia en su celular, yo le dije que eso le va a llevar al infiero que no vea esas cochinadas. Aparte que en los grupos de whatsapp en la que solo hay varones se comparten imágenes sensuales de mujeres semidesnudas. Piensan que hacer eso es una picardía, que son más machos, que son los jugadorasos, pero la verdad es que son ignorantes… Por todo lo ya descrito…

Imagínense lo calamitoso que es. El internet si uno no está bien enfocado y concentrado en su búsqueda de información, puede convertirse en un verdadero basural, pues puede llevarte a ver cualquier cosa. Desde imágenes eróticas o sensuales a arrastrarte (si es que no te das cuenta a tiempo) a ver pornografía. Ese vicio inmundo destruye por dentro totalmente a la persona y la convierte en un monstruo capaz de violar mujeres y o atacar niños.... HUYAN DE LA PORNOGRAFÍA Y DE TODO LO EROTICO, es como pisar un embudo aceitado... no van a parar hasta llegar al fondo. Guerra avisada no mata gente, con el pecado no se juega.
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