En 1945 en Hiroshima fue arrojada la primera bomba nuclear sobre una población. Sin embargo ocurrió un milagro. Cuatro sacerdotes jesuitas alemanes que estaban a pocas cuadras del epicentro de la explosión sobrevivieron milagrosamente. Los únicos daños menores que sufrieron fueron producto de cristales rotos por la explosión, no tuvieron fracturas, ni quemaduras en la piel, ni restos de radiación.
Despues de 31 años de ocurrido dicho crimen contra la humanidad, estos sacerdotes católicos seguían vivos, sin haber desarrollado enfermedades como se lo habían predicho los médicos. A lo largo de los años fueron sometidos alrededor de 200 análisis médicos y nunca se les encontró el más mínimo rastro de radiación. A este hecho se le conoce como el milagro de Hiroshima.
Los sacerdotes católicos le atribuyeron tal milagro a la protección divina y a la intercesión de la Virgen María, pues tenían como costumbre el rezo del Santo Rosario de forma diaria.
